Amig@s, como sabéis acaba de comenzar el año 2015 y a la navidad le quedan unos pocos días. Días llenos de ilusión comienzan ahora, con la espera de los Reyes Magos. ¿Os acordáis cuando nos acostábamos pronto la noche del 5 de enero para que los Reyes Magos no nos vieran despiertos?
¿Os acordáis de la alegría del día siguiente cuando veíamos los regalos? Estábamos llenos de ilusión... ¿Dónde queda cuándo crecemos? ¿Por qué desaparece cuando uno se convierte en adulto?
La mayoría de adultos piensan que la navidad es para los niños, y que los adultos ya no tenemos navidad cuando empezamos a ser conscientes de que empiezan a quedarse sillas vacías. Yo, sin embargo, creo que una manera de honrar a las personas que en su momento llenaron esas sillas es vivir la navidad como ellos la vivían.
La ilusión no debería perderse nunca. Hacerse adulto significa ser responsable sí, ser serio cuando es necesario también, pero no pone en ninguna parte que no se pueda jugar. No pone en ningún contrato que tengas que perder la ilusión cuando empiezas a depender de ti mismo. No pone que las luces de navidad te pasen desapercibidas, que no puedas fantasear y disfrutar sintiéndote de nuevo como un niño cuando ves a los Reyes Magos pasar en sus carrozas. En ninguna parte pone que tu ropa tiene que volverse sería y que tú también tienes que serlo siempre. Entiendo a Peter Pan cuando no quería ser adulto, pues si eso significa perder la ilusión yo tampoco quiero serlo.
El brillo en los ojos, la sonrisa enorme en el rostro, el corazón emocionado y alterado, las ganas de saltar... Pura ilusión de creer sin necesitar ver nada. Ese es nuestro problema, cuando somos adultos queremos conocer las razones de todo, no nos creemos nada que no podamos comprobar. Y eso es bueno en algunas ocasiones, pero mata la ilusión, porque ésta vive de la fe. Y la fe no necesita ver para creer sino creer para poder ver, y poder crear.
Estos días nos dan la oportunidad de soñar como sueñan los niños, de emocionarnos con lo más sencillo, de ver las cosas como si nunca las hubiéramos visto. Y de imaginar... de volver a creer que los Reyes Magos existen y nos traerán regalos, que no tienen que ser materiales.
Y después de estos días, podemos recuperar la ilusión de estrenar una prenda nueva, de comer una cosa nueva, de visitar un lugar diferente. Recuperemos la capacidad de sorprendernos y de descubrir colores nuevos en cosas que ya habíamos visto antes. Hagamos las cosas que más nos han gustado siempre, recuperemos nuestros pasatiempos favoritos, y dediquémonos a lo que siempre hemos querido. Dejemos de lado la seriedad, dejemos de hacer lo que se supone que tenemos que hacer y hagamos lo que queremos. Que esas sillas vacías de las que antes hablaba nos recuerden que solo estamos aquí una vez, ¿por qué no aprovechar esa única oportunidad y reír, soñar y sentir con la inocencia de no saber nada?
Volvamos a ser niños por una noche, esa es la receta de la felicidad.
Volvamos a creer en la magia...
Feliz Noche de Reyes...
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