jueves, 11 de junio de 2015

"Una cosilla que se me viene a la mente..."

Hace unos meses di un curso para Forem PV en Alzira, que está incluido en el marco de la formación continúa para trabajadores que lleva a cabo esta entidad. El caso es que el curso se denomina: Formación en terapias alternativas: risoterapia, musicoterapia y arteterapia. Este curso tiene como objetivo acercar unos conocimientos básicos sobre estas tres terapias para poder aplicarlas en los diferentes puestos de trabajo y en la vida diaria.


Estoy reformulando el curso porque se va a hacer otro y quiero cambiar el inicio, y en ese proceso es en el que me ha surgido una pregunta. El origen de la risa, de la música y del arte es tan antiguo como nosotros, son actividades ancestrales. Cosas que se han hecho siempre y que se han procurado tener cerca, como cuando en la Edad Media existían los bufones que hacían reír al rey y al pueblo. Se tienen escritos muy antiguos ensalzando las bondades de la risa. En cuanto a la música y a la pintura, sabemos que la música siempre ha estado presente en las vidas de nuestros antepasados, se cantaba mientras se trabajaba y se enseñaban canciones a los niños, canciones tradicionales que ahora tienen que recuperarse. Y todos sabemos que en las cuevas se encuentran las pinturas más antiguas.

Bueno, si siempre hemos disfrutado de la risa, la música y el arte  porqué ahora, que tenemos muchísimos avances tecnológicos, necesitamos crear un medio para recuperar eso y necesitamos que otra persona nos enseñe a disfrutar de algo que es tan natural como nosotros mismos. ¿Qué nos ha ocurrido para que nos tengan que enseñar de nuevo a reír, a disfrutar de la música y del arte? ¿Dónde se ha quedado nuestra esencia? ¿Dónde está la capacidad de re-encontrarse del ser humano?

Mi teoría es que hemos avanzado mucho en tecnología, en información, en medios de comunicación, en ciencia... pero nos hemos perdido por el camino. Hemos perdido la capacidad de disfrutar de las cosas más pequeñas. No sabemos reír de las cosas cotidianas, no sabemos encontrar nuestro propio ritmo, no nos expresamos por medio del arte porque creemos que no lo hacemos bien. Nos hemos dejado llevar por las apariencias y hemos escondido a nuestro ser pequeño, que tiene ganas de jugar y de aprender, debajo de capas y capas de prejuicios y de miedos para evitar no cumplir con lo que se supone que tenemos que hacer. Estamos perdidos en un mundo moderno y rápido, dónde las relaciones sociales son cada vez más frías y las emociones cada vez se ocultan más. Hemos puesto el valor en lo que tenemos y no en lo que somos, y nos hemos diluido en el agua de la modernidad.

Ahora nos toca volver a encontrar esa voz ancestral que nos dice cómo vivir, nos toca volver al origen. Callar el ruido de fuera y escuchar la voz de dentro, la que sabe reír, la que sabe bailar y la que sabe hacer arte...


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